Historia de la naranja

Clementinasdelaplana.com debe su nombre al interés de hacer un holgado reconocimiento a la comarca en la cual cultiva tan deliciosas naranjas y mandarinas: la comarca de la Plana Baixa, que fue, en su época dorada, motor económico de las naranjas, que tan largo recorrido de historia y tradición han tenido durante siglos en la vida cotidiana de sus habitantes. Las comarcas de la Plana Alta y la Plana Baixa  tuvieron una gran importancia en el cultivo de la naranja, así como dos de sus pueblos, Burriana y Almazora, aunque fue este primero el que funcionó como locomotora de la citricultura valenciana.

Fue durante el siglo pasado cuando la citricultura alcanzaría su máxima expresión con la gran revolución económica de la historia reciente del pueblo valenciano: la citricultura. Desenpeñó un papel importantísimo durante más de medio siglo, a lo largo del cual fue fuente de ingresos y trabajo para una población encastada en el hambre y la penuria. En aquellos tiempos, la citricultura hizo dar un vuelco radical a estas poblaciones, que iniciaron su particular carrera hacia el progreso, lo que hizo que la economía cambiara radicalmente, incluso el aspecto de las poblaciones, quedando aun hoy en día vestigios de aquella época dorada. Desde los inciertos comienzos, con las exportaciones desde el Grao al sur de Francia, en la primera mitad del siglo XIX, con aquellos pequeños “llauts” gobernados por los mercaderes mallorquines de Sóller, las comarcas de la plana alcanzaron la plena hegemonía a partir de 1870, cuando el Reino Unido pasó a ser el principal cliente con la llegada de los primeros vapores.

En fin, que la tradición naranjera a estado muy arraigada en las poblaciones de la plana, desde sus comienzos cuando los hombres cogían las naranjas en grandes cestos de esparto, ayudados por los colmeros, que recogían las naranjas más inaccesibles que quedaban en los arboles, y las mujeres que con mucho mimo   encajaban las naranjas en cajones de madera sobre un colchón de paja, para que no sufriesen ningún percance, hasta el día de hoy donde las naranjas son manipulas en grandes almacenes, donde el mimo de las mujeres a quedado relegado por el ensordecedor ruido de las máquinas.

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